Aunque ya se conocía que la ansiedad materna puede provocar el parto prematuro o afectar al crecimiento intrauterino del bebé, las investigaciones más recientes demuestran que el estrés y la ansiedad de la madre pueden además tener repercusiones significativas sobre la salud mental infantil.
La ansiedad en el embarazo se asocia con un mayor número de visitas al obstetra, visitas relacionadas con miedo al parto y a las contracciones. Las madres con ansiedad prenatal tienen más cesáreas programadas y anestesia epidural. Hay una asociación entre la ansiedad prenatal y el incremento de las consultas y uso médico, incluyendo las cesáreas.
Tener un trastorno ansiedad en el embarazo no asegura pero sí que incrementa las posibilidades de tener una depresión posparto, por lo cual conviene que estas madres reciban un seguimiento psicológico estrecho en las primeras semanas del puerperio.
Parece probable que la ansiedad materna en la segunda mitad del embarazo puede producir cambios persistentes en el sistema de adaptación al estrés del niño (a nivel del eje hipotálamohipófisis-suprarrenal), cambios que lo harán más vulnerable e incrementarán considerablemente el riesgo de que padezca trastornos de conducta, emocionales o de hiperactividad. Este hallazgo por si mismo confirma la necesidad de prevenir, diagnosticar y tratar precozmente los trastornos de ansiedad en el embarazo. Desde luego que los motivos para ello no son sólo la prevención de las patologías mentales en el futuro niño, sino aliviar el mismo sufrimiento materno.
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